Del libro "MARÍA MAGDALENA. SAGRADA LOCURA DE AMOR"
El Cáliz personificado del Santo Grial Cristo la proclamó su heredera. En ella y en José de Arimatea Él veía dos custodios del Grial.
María, junto con José de Arimatea, se hizo custodia del Grial. El Grial elegía al mismo tiempo un custodio y una custodia. Se consideraban iguales frente a Cristo. La equivalencia de las hipóstasis (masculina y femenina) se mantenía por su mutua transmutación.
El Cristo del Grial decía: «Amaos los unos a los otros más que a la vida. Amaos, dándoos hasta lo último el uno al otro, y el enemigo no podrá infiltrarse. El maligno tiene poder sobre todas las cosas: sobre los pensamientos, sobre la mente, sobre todo vuestro ser, excepto la perla del supremo amor que Yo os di. Sólo a ésta, apreciadla, no dejándola de las manos. Por ella sola transubstanciaos el uno al otro».
José de Arimatea y María Magdalena fueron los primeros custodios del Santo Cáliz. Desde aquí procede el factor común de los nombres del último entre los doce hijos de José (José el Menor) y del hijo de María Magdalena y del Salvador (José el Magnífico). Ambos posteriormente se han hecho reyes y custodios del Grial.
María Magdalena custodiaba el Grial según la tradición de la Misma Sabiduría y Santísima Virgen Madre de Dios. Raramente lo exponía para la adoración. Pero de todo su ser (hasta las vestiduras y cabellos) emanaban los aromas del Santo Cáliz.
El compuesto de su cuerpo era mírrico. La mayoría de los discípulos ni se sorprendían al saber que ella, como la Divina Madre, en su tálamo de la dormición fué elevada con su cuerpo y alma al Aposento Nupcial. Durante todos los días de su vida no cesó de enseñar sobre él, nombrándose novia del Aposento Nupcial y señalando el Cáliz como al trono vivo del Altísimo.
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